¿La transición del feudalismo al capitalismo marca un antes y un después?
La base del sistema feudal está en la titularidad1 de los derechos sobre la tierra y sobre la producción de los siervos por la corona respectiva, los señores armados o sus mercenarios y la iglesia regular o seglar.
La producción de alimentos y su transformación para su consumo o su comercialización concentran la actividad de la mayor parte de la población en un régimen patriarcal.
Si consideramos la población total de 1901, ya no es una sociedad feudal, tenemos:
- Población 18,616 millones de habitantes. 9,530 millones de mujeres 51,19%.
- Menores de 10 años 4,700 millones 25,24% y mayores de setenta años 0,449 millones o 2,41%. Por tanto son población potencialmente activa (11 a 70 años) 13,469 millones
- Según consta en las estadísticas trabajan 6,565 millones de personas 35,31%. En la agricultura 4,178 millones de personas o 63,64% de las personas.
- La población que viven en municipios de menos de 5.000 habitantes ascendía a 9,469 millones 50,86%.
- Viven en una de las dos2 ciudades mayores del país 1,072 millones 5,77%.
- Los antecedentes en el primer censo de 1857 la población era de 15,464 millones personas y de estas 7,793 eran mujeres 50,4%.
- Menores de 10 años 4,239 o 27,41 % y mayores de 70 eran 0,230 o un 1,49%.
- Vivían en las dos grandes ciudades 0,466 millones 3,01% vivía en una de las dos mayores ciudades. Estos datos nos permiten confirmar que el mundo rural mantiene el predominio absoluto en este período más del 50% de la población. También darían validez estos datos al concepto estrictamente moderno de población activa, lo modificaría por población en edad de trabajar, que es una elaboración de una ideología patriarcal que considera el trabajo de la mujer como subsidiario, innecesario e inapreciable en la actividad productiva capitalista.
Ahora bien en el mundo rural la división del trabajo está vinculada a los brazos de la familia y de la producción que generan para posteriormente ser sometidos a los diferentes impuestos (señoriales, eclesiásticos, señorial dominante reales). Es decir si se contempla el trabajo de todas las personas sin diferencia de género para la obtención de la producción.
En la sociedad feudal se considera que desde la siembra hasta la cosecha el trabajo puede ser desempeñado por los miembros de la unidad familiar que trabaja su parcela, que el trabajo de transformación de la cosecha puede ser llevado a la molienda (transformación del grano en harina) o tratado en el seno de la unidad familiar; que el cuidado del ganado pastoreo hasta la matanza se lleva a cabo por la unidad familiar y la transformación de su producción se realiza en el seno de la familia (quesos, embutidos); que la elaboración del sustento cotidiano se realiza en el seno de la unidad familiar. Sería complicado desagregar el número de horas de trabajo dedicados por cada una de las personas componentes de la familia para establecer la participación de cada uno de sus componentes en el proceso productivo.
En el mundo capitalista se contrapone el derecho de propiedad de los bienes de producción y la libertad de contratación. Es decir capital (en cualquiera de sus formas), compra de trabajo y reparto de los beneficios de la producción (bienes y servicios) entre el capital y el trabajo.
En la actualidad el número de horas dedicadas por cada persona a la producción de forma directa o indirecta es factible. Pero el sistema solamente lo asocia al tiempo de trabajo personal directo en la obtención del bien o servicio, que retribuye el tiempo de trabajo para garantizar la conservación de sujeto que lo desempeña y por extensión se le adjudica el concepto feudal de sostenimiento de su familia.
Es una de las consecuencias del factor ideológico patriarcal, reproducido sistemáticamente por la sociedad.
Introduciría indicadores indicativos de valoración para una persona que se han cargado a la familia:
Gastos de alquiler de una habitación y de uso de instalaciones higiénicas.
Gastos de lavado y planchado de la ropa y cuidado del calzado.
Gastos de desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena.
En una ciudad como Valencia el resultado obtenido hoy es de 29€/día o 10.585€ al año. Se podría considerar una cantidad indicativa del papel no retribuido asignado a la mujer como ama de casa, pero que si es imprescindible para desempeñar un puesto de trabajo.
La ausencia de esta contabilidad es consecuencia de la obligatoriedad del Hombre de mantener y proteger a la mujer y la obligación de la Mujer de obedecer y ser la encargada del servicio completo para el hombre todos los días del año. El Capital retribuye a la persona, en ningún caso a la existente o inexistente familia.
La izquierda ideológica ha obviado en sus análisis esta información estructural para la venta de la fuerza de trabajo que en los últimos años ha tenido que emprender un proceso de reelaboración de sus planteamientos por una serie de condicionantes:
Si somos iguales en derechos
Si somos iguales en obligaciones
Si somo igualmente responsables en la reproducción, crianza y mantenimiento de la descendencia.
Si ambos ejercemos una actividad laboral
Si somos propietarias en gananciales o en separación de bienes
Si somos propietarias de nuestro trabajo doméstico tendremos derecho a facturarlo y a negociarlo para disponer de los recursos generados.
La izquierda ha obviado el concepto de internacionalismo que responde a la defensa del derecho al trabajo y a la capacidad libre de defensa de las condiciones de trabajo y de retribución del mismo en igualdad de condiciones (mujeres u hombres). Es evidente que la hora de trabajo retribuida, de cualquier sector productivo, debe tener un marco global y contar con una parte de adaptación a la comarca, región, o agrupación social humana con Estado o sin Estado. Es evidente que la jornada de trabajo no puede permanecer estancada en las 8 horas, victoria de principios del siglo XX de los países industrializados, ya sean estas 48 o 40 horas y avanzar a un marco global que reduzca la jornada laboral en el planeta, que se ha demostrado ineficiente en los estados-nación. Es evidente que hay que avanzar a un marco global que contemple las vacaciones, el derecho al descanso, el trato a la reproducción de la especie (embarazo, maternidad-paternidad, crianza).
Hay que recordar que la historia del capitalismo y la hegemonía de la burguesía es el origen de los actualmente arcaicos estados-nación del siglo XIX (garantía de explotación de los recursos del territorio, garantía de la propia población laboral, garantía de tratamiento de la propiedad y demás recursos originados por la desigual redistribución de la riqueza).
La izquierda ha obviado el cambio tecnológico que altera la capacidad productiva e incrementa con la inversión en técnicas y tecnologías la capacidad productiva a niveles equivalentes a los que la maquinaria textil produjo entre finales del siglo XVIII y XIX. La solución es una renegociación global del reparto de los beneficios y de la productividad entre el capital, la innovación y el trabajo. No sería procedente retornar a los movimientos luditas que incomprensiblemente veían que las maquinas eran sus enemigos y a las que había que limitar; la técnica y la tecnología permiten el avance a cotas de mejor calidad de vida, siempre que sus beneficios se redistribuyan.
1La titularidad no significa la propiedad de la tierra. En el caso de los reinos de España se produce a partir de las desamortizaciones de Mendizabal y de Madoz en el siglo XIX. Se otorga la titularidad de la propiedad de la tierra a quien solo tenía derechos jurisdiccionales, señoriales o de recaudación. Se les da la propiedad y se les facilita la venta y la compra de las tierras.
2Madrid y Barcelona. Para unos datos más extensos sobre la urbanización en 1901 ver https://antoniocamarero.es/2016/05/17/distribucion-urb…pana-1857-a-1900/