Reflexiona

¿Hay solamente una forma de ver las cosas?

Cuando en un espacio se establece una forma determinada de convivencia entre las personas que allí residen. Esta convivencia se produce por acuerdo entre las personas que allí viven y manifiestan su conformidad como única forma aceptada o impuesta. En ninguna medida tiene porque ser ese sistema algo indefinido y puede ser aceptado o cuestionado por alguna de las partes.
El ejemplo más sencillo se produce en la composición de una pareja y en consecuencia de una familia. Para solventar el dinamismo de la forma de convivencia de una pareja y su descendencia se arbitra un sistema dinámico, en el que las partes tienen una clara capacidad de decisión y la sociedad protege a los componentes más débiles de la estructura básica familiar. Pero en ninguna medida prevalece la opinión del entorno para imponer la convivencia obligada.

Es evidente que siempre se encuentra alguno de los componentes de la forma de convivencia afectados, miembro de la pareja, vecinos de un pueblo, componentes de una región, componentes de un estado. Es decir se podrá estimar la repercusión para cada una de las partes, pero en ningún caso impedir la libertad de decisión.

No quiero con ello decir que sea gratificante que algunos decidan alejarse de un marco establecido. Pero no se puede torcer el brazo de quienes quieren vivir de otra forma. Sean quienes sean. Tampoco es un ejemplo lo que diga la comunidad internacional, diciendo que ya se han acabado las naciones-estado. Se puede comprobar que Turquía no quiere reconocer a Armenia, ni al Kurdistán. Ni Serbia a Kosovo. Ni Grecia al reconocimiento de Macedonia. Ni Irlanda a Irlanda del Norte. Ni China a Taiwan. Ni Sri Lanka a los Tamiles. Ni España con Gibraltar. Ni Israel quiere que se reconozca a Palestina. Ni Marruecos al Sahara. Ni parte de España a Cataluña. Ejemplos hay múltiples en distintas direcciones.

Es evidente que se producen divorcios sociales, económicos, culturales. Una sociedad democrática debe evitarlos o buscar fórmulas que eviten confrontaciones. Si se produce una valoración objetiva encontramos una identidad histórica y cultural propia en Cataluña, una estructura económica diferenciada, un desequilibrio entre la percepción que tiene de sus aportaciones económicas al conjunto del estado español, un desequilibrio entre la percepción de las inversiones que reciben para infraestructuras del estado.

Es real el desacuerdo y no se aportan soluciones. El grado de frustración de una sociedad no puede obtener como respuesta solamente amenazas como la salida de la ONU (tendrían que pedir el ingreso, evidente), como la expulsión de la Unión Europea (sería vetado por España), con la política del avestruz oculta en el marco constitucional, ni condicionarse con la necesaria consulta al conjunto de los españoles, ni con los juegos de porcentajes si se hace la extrapolación proporcional a la población la mayoría absoluta del PP tenía un menor porcentaje de votos de los que ha tenido la opción separatista.

La situación que está en un callejón sin salida por incompetencia política. Como en las parejas siempre hay un eslabón débil. Se rompe primero con la comunicación. Se agudiza con la cantinela de la unidad de la patria. Se acusa a uno de los partidos de corrupción. Se habla de los privilegios que han tenido con respecto al resto de los ciudadanos de otros territorios. Si somos serios comprobaremos que hay un desencuentro y solamente se resuelve con racionalidad, comunicación, negociación y acercamiento de posturas. El resultado de la comunicación y de la negociación será el que sea, pero no será una bomba de relojería. Pues cada medida enrocada por cualquiera de las partes suele estar abocada a un distanciamiento cada vez mayor.

En este caso no valen las sumas de los votantes del PP, de Ciudadanos o del PSOE en Cataluña eso es imposición en Cataluña. No vale la postura de la presidenta de Andalucía o de los presidentes de Extremadura o de Castilla La Mancha. Es decir mi vecina del tercero dice que quiere decidir en mi divorcio, mi vecino del cuarto y del quinto también. Se equivocan. No es un problema de solidaridad con la vecina del tercero o el del cuarto o el del quinto. La pérdida de una pareja en una finca es una pérdida, son menos brazos trabajando y consumiendo, pero que costes tendría. O acaso se reconoce que la solidaridad sería insostenible si se separan. Creo que si es así, les están dando la razón.

Evidentemente el comportamiento de los máximos representantes del Estado no facilita las cosas, negándose a ver a la presidenta de la Asamblea de Cataluña y a hablar con el presidente de la Generalitat. Los fundamentalistas nos arrastran y empujan a callejones sin salida y nos ocultan los problemas de los ciudadanos y, sobre todo, desvían la atención de las medidas que se adoptan en detrimento de los derechos humanos.

Hay que romper la tozudez y negociar. Hay que intentar acordar que se queden, en ningún caso imponer que se queden. Eso significa tener argumentos públicos por todas partes y no depender de los medios de comunicación con posturas previas y condicionantes de la población allí o aquí.