En las profundidades del ser humano encuentras comportamientos, que denominamos naturales, que son meras respuestas instintivas del animal que somos. Estímulos y respuestas.
En la epidermis de los humanos se manifiestan actitudes y comportamientos producto de la influencia externa. Condicionamientos.
En la capacidad de razonamiento humano se reflejan las capacidades adquiridas por el conocimiento a lo largo de la vida. Elaboración de la identidad individual.
La correspondencia con el mundo animal es la pervivencia de nuestra identidad como especie que ha ido evolucionando ante las necesidades básicas fisiológicas (comer-defecar, beber-orinar-sudar, dormir-velar-despertar, reproducir-abstener-disfrutar, jugar). Ante el estímulo del hambre, de la sed, del cansancio, de deseo sexual, de distracción … se responde buscando la satisfacción de la necesidad.
En el transcurso de los años se han producido cambios en la forma de responder a los diferentes estímulos. No es preciso indicar los miles de años en los cuales la satisfacción de los estímulos dependía de la relación con el medio, a diferencia del cinco por cien escaso del tiempo transcurrido en la introducción de los condicionamientos y de la capacidad de elaboración propia.
El ser humano ha alterado la relación con el medio, desde el momento que rompe el equilibrio entre la participación como especie y actúa como moldeador del medio sin valorar las consecuencias. Dividido en fases simples introducción del fuego, de la domesticación de animales, de la elaboración de vestidos, de la fabricación de útiles, de la construcción de alojamientos, del cultivo de la tierra.
En la actualidad, último siglo y medio, el comportamiento de los directores de la humanidad han reconvertido el principio de satisfacción de necesidades por el de demoledores del medio en beneficio de un número reducido de sujetos y para un tiempo determinado. Entienden que la capacidad de alteración, lleva aparejada la capacidad de reconstrucción, típico de los comportamientos especulativos.
Es evidente que las condiciones de vida de quienes satisfacían sus necesidades en relación con el medio, eran diferentes a las del moldeador y a las del demoledor. Pero en ningún caso quién vivía en estrecha vinculación con el medio no acumulaba, ni asolaba su fuente de supervivencia. Por el contrario, los residuos humanos que ha dejado la “civilización” en escasos lugares del planeta han sido con suerte reducidos a zoológicos locales. Aunque por desgracia la consideración que de ellos se tenía como salvajes produjo su exterminio por los “civilizados”.
Aquellos que se dedicaron a moldear el medio tuvieron dos grandes subproductos:
La organización de estructuras de gobierno, que con el paso del tiempo daría lugar a los reinos, repúblicas, imperios y otras fórmulas de organización.
El origen de los expertos en explicar las causas por las que se producían y reproducían las cosas. En versión laica filósofos y en versión espiritual sacerdotes.
La derivación que se produjo en un breve espacio de tiempo fue la naturalidad de los estados, de los gobiernos, de los pensadores y de los religiosos. La suplantación de una actividad colaborativa de los agrupamientos humanos por el principio de la jerarquía de los gobernantes y de los religiosos. Las alteraciones más relevantes fueron la subordinación de la mujer al hombre y la sumisión de ambos al incuestionable poder del Déspota y del Sumo Sacerdote.
La subordinación de la mujer es un fenómeno curioso fueron las que introducen la capacidad reproductiva con la agricultura y la apicultura (el varón cazaba, vigilaba-peleaba, pastoreaba), con la transformación de lácteos, carne y piel de animales domesticados, tejía, molturaba, aportaba agua, atendía a las criaturas (el varón construía la vivienda, el cercado, aportaba material para la combustión, en los casos que no se hacían cargo de ellos las mujeres). En el caso de la sumisión de la mayoría del grupo al Tirano y al Sumo sacerdote encuentra el amparo de la capacidad coercitiva que ejercían en primera instancia por la fuerza y en segunda por la justificación divina.
El cambio definitivo, hasta ahora, se produce con la introducción de la usurpación del planeta en beneficio de la humanidad y para gloria del Señor. La sacro santa propiedad privada y el principio del beneficio como forma de vida. La relación con el medio es que sea más productivo, eficaz y eficiente en beneficio de unos pocos. Estos pocos se amparan en la existencia de unos estados que condicionan la soberanía de sus ciudadanía a su libre interpretación de los beneficios sociales. Las iglesias de los pobres quedan exentas, rompen el principio de igualdad, y ostentan riqueza por doquier. La sumisión del planeta al designio de unos pocos se sustenta en el terror del poderío militar o en la promoción, más o menos encubierta, de actividades que alteran la vida cotidiana.
Es decir en 10.000 años, aproximadamente, se ha creado una clase dominante cada vez más reducida en el planeta. Por lo general exenta de tributación sin equivalente proporcional a la aportada por las personas dedicadas a actividades productivas. Es indistinto que se llamen patricios, señores feudales, grandes dignatarios, rajas, jefes, oligarcas … Nombres hay múltiples.
En esos 10.000 años hemos pasado a contar con explicaciones del origen del hombre sustentadas en la superstición y la ignorancia del mundo religioso, que sobre todo gobernado por varones ha utilizado como propagandista a la mujer para la sumisión y anulación de la mujer como persona, considerada como mercancía o subproducto cuya función fundamental en la vida es reproducir la especie.
Son esos 10.000 años que han pasado de la aldea, a la ciudad-estado, a la república, al imperio, al feudo (origen de los reinos y sus súbditos), al despotismo (refuerzo de un gran señor con sus mercenarios para imponerse a los demás), al estado liberal (nación burguesa, pero libre mercado para mis cañoneras), a las estructuras internacionales ONU, UE, a, e, i, o u (para perpetuar el orden establecido).
Lo escrito es un mero subproducto de mi capacidad de elucubración. Pretendo reflexionar acerca del sentido de la religión como ideología oscurantista, digna de la ignorancia. Aunque de pequeño (17 años de tortura ideológica) me sometieron a la obligación de estudiar Religión y Liturgia los Nacional-católicos franquistas, que entonces no hablaban de libertad de enseñanza. Mis armas contra la ignorancia son la reflexión y el apoyo a todas las medidas que se adopten contra sus privilegios ideológicos o económicos.
El papel del Estado y de los gobiernos no es otro que la capacidad organizativa para cubrir los derechos fundamentales de las personas, buscar el bien común y procurar distribuir el trabajo entre la ciudadanía. En lugar de favorecer los intereses espurios de quienes actúan como depredadores de la sociedad. La cercanía del gobierno a la soberanía de las personas representa un contrato que dedica sus recursos a los derechos fundamentales y fomenta la reducción del uso de las armas en el mundo.
El papel de la ciudadanía es acabar con la cómoda dejación de pedir responsabilidades a quienes les hemos otorgado la capacidad de gobernarnos. Esos que gestionan nuestros recursos, que legislan en nuestro nombre, que designan a nuestros jueces, que pactan con otros gobernantes sin explicar las consecuencias, que diseñan nuestras vidas confundiendo las competencias de cada administración. Por tanto permitimos que seamos tan esclavos como en la antigua Roma en la que se ha cambiado el pan y circo por el fútbol y el botellón.
El papel de cada individuo es ser consciente de sus actos que aunque nos llamen clase media, el sustento no llega a casa si no hay unos ingresos para cubrir las necesidades básicas (comer-defecar, beber-orinar-sudar, dormir-velar-despertar, reproducir-abstener-disfrutar, jugar) y transmitiendo a quienes viven y conviven con nosotros que todas las personas somos iguales, tenemos los mismos derechos y tenemos plena capacidad de decidir por nosotros mismos.