Mi jardín

El jardín de mi casa es como un gran ecosistema, en el que conviven o coexisten distintas especies (flora y fauna) especializadas en un hábitat complejo. No llega a ser una ciudad propiamente dicha, pero se aproxima. Evidentemente resulta imprescindible adaptar la mejor relación entre todos para que sus resultados sean satisfactorios.

Este ecosistema está incorporado en un mundo productor de normas naturales y propias de cada especie que genera distintas galerías, nichos, resquicios, lagunas y espacios protegidos que condicionan su funcionamiento.

Hay un conjunto de animales que conforman el sistema en distintos agrupamientos, un grupo sedentario, un grupo semisedentario , un grupo de transeúntes y, por último, los que pasan por allí.

El grupo de los que pasan por allí simplemente utilizan el tejido de las vías de comunicación como alternativa para llegar a su destino. Su impacto en el ecosistema es importante en algunos momentos para el jardín. No reporta recursos e incrementa el impacto negativo, altera o disminuye la capacidad de movilidad propia de los otros animales y plantas. Tendría una clasificación de parásito obligado.

El grupo de transeúntes se puede dividir en distintos subgrupos: uno cuya presencia está relacionado con el jardín que actúa puntualmente en el mismo (golondrinas y especies en período migratorio) y otro que penetra en un espacio abierto por decisión propia para actividades determinadas por ellos mismos (animales salvajes incontrolados). Este último subgrupo hace uso del jardín de forma discrecional y sin consentimiento de ninguna de las especies sedentarias del jardín, convirtiendo el hábitat en un medio pasivo alterado por la horda. La repercusión de este subgrupo perjudica al jardín, cuyas especies carecen de medios para impedir en su espacio la acción de su presencia.

El grupo semisedentario mantiene una relación básica con el jardín, permanece en él un período determinado e interactúa con la flora y la fauna. A veces altera el funcionamiento cotidiano, pero vuelve a mantener sus constantes. Aunque es curioso que pretenda imponer a las especies sedentarias sus pautas de comportamiento.

Por último, el grupo sedentario responde a criterios estables y consolidados para cada especie, con sus ciclos de comportamiento regulados, en conflicto de convivencia y coexistencia, en pugna de intereses (la reina, los zánganos y las obreras, que a su vez ordeñan a los pulgones).

Esto me recuerda que en alguna ocasión las obreras se convierten en guerreras que combaten contra otros hormigueros y disputan la hegemonía sobre los recursos del jardín. Evidentemente yo no quiero alterar el ecosistema y evito usar productos químicos, ni hablo, ni formulo, solamente quiero que mi jardín cuente con riego (sin despilfarrar agua, abono con estiércol, introduzco sistemas de control del riego que eviten regar cuando llueve, protejo las partes más delicadas cuando hay granizo, cuando hiela, etc.) En suma pretendo mejorar dentro de mis posibilidades y, como especie sedentaria que soy, solamente pretendo que mi jardín siga siendo un jardín, no quiero que sea un campo de golf, ni un solar.

Hechicera

En tiempos no muy lejanos, en un lugar indefinido, conocí a una hechicera. Sus hechizos eran comentados allende las tierras inexploradas. Sus fórmulas, ungüentos y pociones sorprendían por sus efectos. Se convirtió en experta de reconocido prestigio y con un aura de calidad por sus grandes hechicerías.

Ofrecía soluciones para casi todos los males.
Si alguien tenía hambre y no tenía trabajo. Era capaz con su poción de generar un nuevo estado de ánimo que hacía ver todo como si hubiese satisfecho sus necesidades. Pero además le infundía una sensación de Esperanza como si todo fuese perfectamente bien.

Si alguien se quedaba sin techo para cobijarse. Aplicaba sus ungüentos y se sentía uno protegido de las inclemencias. Pero no quedaba en eso sino que se veía como grandes aves, que digo grandes aves, Buitres tejían unos acomodados habitáculos para acogerlos.

Si alguien estaba solo y sin compañía. Sus conjuros y fórmulas mágicas le generaban un entorno receptivo y cariñoso. Pero incluso Registraba satisfacciones insospechadas.

Pero hete aquí que de buenas a primeras las peticiones fueron creciendo en una espiral ascendente. Su capacidad de producción de efectos especiales se derrumbó y todos comprobaron que eran alucinaciones sin resultados reales.

La hechicera comprobó que no se puede ofrecer lo que no se puede dar y, los efectos beneficiosos, que ocultaban la penuria de los reinos acabaron con su prestigio, con la Esperanza, con los Buitres y con los Registradores.

Ahora que caigo ¿en qué se diferencia el papel que desempeña un Registrador de la Propiedad del que desempeña un funcionario en un registro de cualquier administración pública?. Solamente se diferencian en que se llevan un dineral por hacer una inscripción. Esto podía tener sentido como las hechiceras y la aristocracia en tiempos en los que la mayor parte de población no sabía leer ni escribir.

Moraleja no te fíes de los hechizos, ni de Esperanza, ni de Buitres, ni de Registradores.