UCM (universidad pública)

Mi vida ha transcurrido estrechamente vinculada a la Universidad Complutense de Madrid.

Desde mi más tierna infancia mis tías, modistillas, me traían a jugar y a merendar a los pinares de mi universidad o del parque del Oeste. Aún eran evidentes los impactos de bala y de mortero en los edificios de la universitaria y los daños que había como consecuencia de la guerra. Habían transcurrido ya 14 años del final de la sangría humana y el corazón de la cultura y de la transmisión del conocimiento aún no había recuperado el pulso.

El tranvía de la universitaria, como el tranvía de los bulevares (Marqués de Urquijo, Alberto Aguilera, Carranza, Sagasta, Génova) daban un aire de normalidad a las zonas colindantes y un respeto al medio ambiente, que posteriormente sería alterado por la supresión de los tranvías (de los bulevares en 1957), por la supresión de los bulevares, dando prioridad absoluta a los automóviles.

Fueron duros los años de las confrontaciones entre estudiantes de febrero de 1956 con una izquierda universitaria incipiente y los estudiantes falangistas. (Los sucesos de 1956 se refieren a una serie de disturbios acaecidos en Madrid en febrero de dicho año, involucrando a estudiantes universitarios contrarios al régimen imperante en la época, falangistas y otras ramas del entramado franquista, y que concluyó con la destitución entre otros del Ministro de Educación, Joaquín Ruiz-Giménez.)

Mis entradas constantes en las pistas deportivas de la universitaria con mi primo José y sus compañeros universitarios están asociadas a mi tránsito entre la infancia y la juventud.

En el año 1967 es cuando abro los ojos ante la realidad educativa y sociopolíticoeconómica de la sociedad franquista, como decíamos entonces. El nacimiento del Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios en el año 1967 me vincula de otra forma a la universidad, se decía entonces «se ha producido un salto cualitativo en los movimientos de masas de los estudiantes y se avanza en la alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura». En la UCM había un núcleo importante de personas del PCE, del Felipe (Frente de Liberación Popular Español) y del PCE M-L (pensamiento Mao Tse Tung). Uno de sus objetivos se cumplió se extendió el movimiento estudiantil por todo el país y comenzó su implantación en los institutos de Enseñanza Media la Unión Democrática de Estudiantes de Enseñanza Media UDEEM y la Federación de Estudiantes de Enseñanza Media FEDEM.

El franquismo veía como se deshilachaba su Falange, su Sindicato Español Universitario SEU, su Organización Juvenil Española OJE, sus organizaciones católicas la HOAC, las JOC y las JEC. Empezaron a surgir organizaciones clandestinas o semiclandestinas donde no las había y, sobre todo se perdió el miedo, quienes nos movíamos con mayor o menor formación ideológica teníamos una ventaja que no queríamos matar a nadie por su forma de pensar y que habíamos nacido después de la guerra.

Nos convertimos en un colectivo estudiantil creciente que quería respirar y que en el 68 junto con Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos, y otros muchos países promovimos importantes movilizaciones en defensa de Vietnam contra el imperialismo yanqui, en contra de los tanques que invadieron Checoslovaquia el otro imperialismo y contra las dictaduras. Evidentemente eramos la generación de la posguerra en el mundo entero.

Pero sobre todo nuestro gran salto en materia educativa fue la lucha contra la Ley de Educación de Villar Palasí en los 70, releyendo algún texto de aquella época compruebo que las luchas contra las enseñanzas memorísticas, contra la falta de relación con la sociedad de las enseñanzas, la ausencia de formación aplicada perdura en la actualidad. Teníamos una única ventaja las TASAS universitarias no eran desorbitadas y la reivindicación del hijo del obrero a la universidad estaba motivada sobre todo por no poder prescindir de su sueldo y por la falta de plazas en las universidades.

Hubo un retorno a la represión muy dura detenciones, multas, exilios, cárcel y algunos compañeros muertos. Fueron los últimos años de la dictadura con estados de excepción sumarísimos consejos de guerra, procesos del tribunal de orden público. Años de plomo que vivimos los estudiantes y los trabajadores.

Con la muerte del dictador, con la transición, con la Constitución del 78 parecía que se iniciaba un nuevo ciclo. La universidad abría sus puertas y personas que no pudimos acceder a puestos de trabajo en el sector público, por antecedentes penales, pudimos incorporarnos. Siguieron las luchas contra la Ley de Autonomía Universitaria (LAU) del gobierno de Suarez (UCD), contra la Ley de Reforma Universitaria (LRU) del gobierno de González, contra la Ley Orgánica de Universidades (LOU) …

La Ley Orgánica de Libertad Sindical (LOLS), el Estatuto de los Trabajadores y la Ley de Órganos de Representación abrieron las puertas a la representación de los trabajadores en las universidades y a la implantación del sindicalismo. Un sindicalismo que se resistía entre los docentes que preferían las estructuras institucionales para la defensa de intereses particulares y se diferenciaban del personal de administración y servicios que utilizaba su capacidad colectiva.

Universidad que ha visto un sinnúmero de reformas de planes de estudio. Muchas reformas sin evaluar y, sobre todo, sin analizar que la sociedad española está formando para el subempleo (carece de modelo productivo de nuevo tipo) o para abaratar los gastos de formación a otros países (migración de titulados) del proletariado del siglo XXI.

UCM es mi hora de salida. Tengo el mundo universitario, los amigos, los compañeros, los contrincantes, las políticas, la gestión, el estudio en mis venas y a todas las personas que conozco y he conocido a lo largo de estos años en la mente. Solamente os digo que desde fuera seguiré trabajando y luchando por lo que he hecho toda mi vida.

Por la Universidad Pública, por la igualdad de derechos entre todas las personas que trabajan y estudian en la universidad y viven en este mundo, contra la prepotencia de los poderosos, por la cultura y el conocimiento, por el derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud y a la educación. Pero sobre todo por una TOLERANCIA CERO A LA VIOLENCIA.

Espero que mis amigas y compañeras feministas, que lean esto no malinterpreten mis palabras, que no van en masculino. Ya que tengo muy presente que todas las personas son iguales con independencia de su género, de su origen, de su opción sexual o ideológica.