Para el conocimiento de las características de la población en el siglo XX conviene esbozar un breve panorama comparativo de la población que vivía en el reino de España. En 1797[i] quedaron censadas 10.538.777 personas que en 1857 ascendieron a 15.454.514. Es decir, en los sesenta años transcurridos entre el censo de Godoy y el de Madoz la población experimentó un crecimiento de un 146,6%, lo que equivaldría a unas 81.929 personas de promedio al año, si se hace la correspondiente proyección de la media representaría unos 13.488.221 en el año 1833 y no se alejaría en demasía de la población censada en el año 1833 que ascendía a 12.286.941 súbditos de la Corona.
Ahora bien la villa de Madrid evoluciona desde los 167.607 habitantes en el censo de 1797[i], lo que representaba un 1,59% de la población censada y en 281.170 residentes en 1857, alcanzaba un 1,82% del total. Si se hace la misma proyección en los referidos sesenta años experimentó un incremento de 113.563. Supuso un aumento de la población de 167,66%, superando la media española, significaba unas 1.892,7 personas de promedio al año.
Hay que tener en consideración que entre el último censo del XVIII y el de mediados del XIX se vivieron en los primeros treinta años la destrucción estratégica de la flota española (Trafalgar 1805) que dejo aislado el reino de España de su imperio. Los británicos limitan al mínimo el comercio marítimo con las colonias. Los seis años de la guerra de la Independencia con las pérdidas de vidas, la reducción de nacimientos, la consiguiente disminución de la cabaña ganadera, la reducción de las explotaciones agrarias y el deterioro de los sistemas de comunicación. Finaliza este primer ciclo con el exilio de los afrancesados y liberales y la debilidad del comercio y la capacidad de enviar tropas a las colonias, de 1810 a 1825 se producen los procesos de independencia en las colonias hispanoamericanas (excepto Cuba y Puerto Rico). El Trienio liberal 1820 a 1823 se produce en ese contexto, con sus retornos y sus exilios, el conjunto de levantamientos y asonadas liberales o absolutistas. Se cierra el ciclo político la intervención y estancia de los Cien mil hijos de San Luis y los levantamientos absolutistas previos a la muerte de Fernando VII.
Solamente los altibajos del panorama político por si mismo justificaría la reducción de la media de crecimiento a 48.560 personas anuales entre 1797 y 1833, que representaría una merma de al menos 1.200.000 habitantes. Además a ese panorama hay que añadir el endeudamiento del reino, las víctimas de los once años de epidemias y los cinco de crisis de subsistencias o agrícolas. A lo que habría que añadir la destrucción de las vías de comunicación y la inseguridad en los desplazamientos.
Si ese era el panorama general en el caso madrileño la proyección nos permitiría apuntar unos 56.781 moradores más en 1833, si hubiese sido equilibrado el crecimiento, y el resultado para estos años fue por el contrario de un descenso de mil personas. No solamente no hubo aumento demográfico, sino que se produjo un ligero descenso o estancamiento de la población. Lo que evidencia un debilitamiento de la capitalidad del estado absolutista.
Mientras que en el primer período de la corona de Isabel II, incluidas las regencias de su madre y de Espartero, de 1833 a 1857 supuso para la corona española el crecimiento de unos 115.590 habitantes de media anual. Aunque el sosiego no fue una de las características del período con seis años de epidemias y cuatro de crisis de subsistencias, los años de guerras carlistas (1833 a 1840)(1846 a 1849), las guerras coloniales de Marruecos, los conflictos civiles de Madrid y Barcelona, las aventuras coloniales, el nacimiento de un estado de nuevo tipo, la introducción del ferrocarril, el gran proceso desamortizador (eclesiástico y municipal) y la fundación de la Guardia Civil introduciendo un sistema de seguridad y de represión.
En esos años la Villa madrileña aumenta en 114.563 personas o algo más de un 66% de incremento o 4.773 nuevos pobladores de promedio anual. Se inicia un cambio de tendencia favorable al refuerzo del modelo centralista de la burguesía. Entre 1833[ii] y 1837 se produce la reforma de la administración (Ayuntamientos y Provincias), finalizando la centralización con la organización territorial de las Coronas de Castilla y de Aragón.
[i] El Censo de 1797 o Censo de Godoy. Vicente Pérez Moreda “En defensa del Censo de Godoy: observaciones previas al estudio de la población activa española de finales del siglo XVIII”, en Historia económica y pensamiento social, Madrid 1983, pp. 283-299,dice que es evidente la superior calidad de la información que facilita sobre cualquier otro hasta la segunda mitad del XIX, se refiere al censo de 1857.
[ii] Javier de Burgos sienta las bases de las 49 provincias españolas y 15 regiones.