Han transcurrido 49 años desde la muerte del golpista y dictador. Parece necesario un análisis crítico de aquellos conocimientos que nos transmitieron. Conocimientos que han conformado nuestra vida y la proyección de nuestra identidad hacia los demás.
Evidentemente la formación o conjunto de conocimientos pretende construir la cultura que emana del poder, con independencia de la capacidad de ser contrastada con los sujetos que tienen una relación con cada persona. Dicho contraste se puede establecer con la familia sanguínea, con el agrupamiento social por edad, con el agrupamiento local y con diversas formas (lectura, imagen, sonido) que interactúan entre todos con mayor o menor base e impacto para corregir la construcción cultural.
En aquellos años se partía desde el aprendizaje tan básico como el alfabeto con la I de iglesia grabada en nuestra mente infantil (aquella casita con campanario y con una cruz), hasta la España como nación originaria inexistente (tierra de conejos, iconos heroicos lusitanos, Hispania romana (entre V y VII siglos), Hispania visigoda, Al Andalus, Conquista o la denominada reconquista cristiana, Unión conyugal, parte de un Imperio, …). Es obvio que todo era inculcado bajo el amparo de una hipotética fe cristiana de la monarquía y de las noblezas dominantes (laica y religiosa).
La docencia o profesionalización de la enseñanza de la historia fue una de las bases fundamentales para la construcción del concepto de nación a partir del siglo XIX.
La doctrina católica establece por parte de su jerarquía los diferentes movimientos heréticos: docetismo, adamismo, arrianismo, maniqueismo, priscilianismo, … dotando de una religiosidad dogmática y uniformizadora católica (Concilio de Toledo) desde 589 al reino visigodo que tuvo una duración de 122 años hasta la penetración en la península del islamismo. Resulta difícil situar el final del reino suevo que se puede situar entre las fechas próximas entre 550 y 580, que tuvo una mayor implantación y estabilidad que los visigodos. Fue e III Concilio el punto de partida de la expulsión de los bizantinos 624 y de la persecución de los judíos, incrementándose por parte de Sisebuto a partir del año 612.
Será a partir del año 711 cuando se inicia un nuevo proceso de conquista por población musulmana, fundamentalmente procedente del norte de África y una élite de Oriente Medio. Se puede considerar Al Andalus como el período más largo de la presencia de una cultura y de una organización social en la mayor parte de la Península Ibérica que finalizará nueve siglos después en 1613 con la expulsión de los moriscos.
Para la historia social, el ser humano (toda la colectividad) es el sujeto protagonista de la historia, nunca un individuo en particular. Historia son los hechos y procesos acontecidos a lo largo de un espacio temporal y cuyo relato puede ser instrumentalizado. Dichos hechos y procesos son objetivos pero la forma de relatarlos pueden ser manipulados por diferentes tipos de intereses.
Es curioso cómo se minimiza en nuestra base cultural el desarrollo de culturas autóctonas en diferentes zonas geográficas de la península y de las islas integradas en los dos estados nación (Portugal y España).
Se desprecia y no se indaga en la interrelación de las culturas locales con las culturas púnicas y helénicas con mayor duración temporal que la invasión militar y la colonización Romana.
Se condenan las invasiones BÁRBARAS en primera instancia por acabar con la romanización y, después, se alaba la invasión visigoda, cuando se afincan en el siglo VI por su conversión de última hora. Despreciando la presencia bizantina y minimizando las persecuciones de los judios.
Posteriormente la cultura más importante asentada en la península se reduce a un aprendizaje negativo del Islam (9 siglos) contra el victorioso cristianismo.
Se exalta la bondad de las expulsiones (judíos y moriscos) por su negativa a convertirse a la fé, por el interés cristiano de apropiarse de sus bienes y de sus propiedades.
¿Cuáles han sido las enseñanzas manipuladas encaminadas a obtener una imagen inexistente?
En primer lugar, la versión de una nación española inexistente desde la Hispania romana hasta el siglo XIX que se conforma un estado nación.
En segundo lugar, la alteración de una realidad territorial con tres grandes estructuras políticas diferentes: Reino de Portugal, la Corona de Aragón con un modelo confederal de organización y el Reino de Castilla con reinos subordinados (León, Toledo XIII, Murcia XIV, Granada 1492) y la anexión del reino de Navarra en 1515 por el regente Fernando II de Aragón, regente de Castilla desde 1507. Nos confunden con una secuencia de Matrimonios de familias feudales con una realidad nacional, que curiosamente los monarcas austriacos eran reyes católicos de las Españas, que intentó alterar con las armas el Conde Duque de Olivares.
En tercer lugar, la grandeza Católica de los reinos que se basa en la imposición religiosa a la población y la apropiación de sus bienes materiales e inmateriales.
Antonio Camarero 
