Distribución regional de la población 1833 a 1900

Distribución regional 1833 a 1900 (Texto con Tablas y Gráficos. Versión en PDF)

Antonio Camarero Gea.- Distribución regional de la población española 1833 a 1900

En los sistemas censales anteriores al año 1833 sería necesario ajustar el conjunto de municipios, lugares, aldeas que conformarían un mapa territorial con unos espacios territoriales homogéneos para poder ver los comportamientos de la población de la que se habla en un espacio determinado. Esa homogeneidad permitiría medir de forma fidedigna la trayectoria de la población en regiones técnicamente equiparables en el tiempo.

Como he indicado anteriormente, la razón que justifica la evaluación desde el año 1833 es la similitud en la unidad de medida territorial contemporánea, la provincia, para establecer la secuencia temporal comparativa, que toma como punto de partida la reforma administrativa de Mendizábal.

Esta reforma fue el origen del sistema administrativo liberal y base de un sistema uniforme y centralista de la organización de la administración del estado, que reformó o reconvirtió las estructuras territoriales de los reinos y constituyó una organización de los municipios integrados en provincias cada una con su respectiva diputación provincial.

Esta es la causa fundamental para motivar que todo tipo de tratamiento territorializado de la información sobre la población, precedente o posterior, debe contar con una unidad de medida territorial tipo (UMTT) que establezca un espacio sincrónico que permita establecer las correspondientes comparaciones diacrónicas.

La necesidad fundamental de la unidad de medida territorial tipo deriva de las alteraciones diacrónicas de la superficie en la que se asientan los habitantes de una organización social, objeto de la investigación, a lo largo de la historia y que en función de la alteración espacial nos dará una mayor o menor densidad de población instalada en el mismo.

Por esta razón, emplearé como unidad de medida territorial tipo la provincia, que contiene un número determinado de municipios, y como denominación del espacio territorial extenso la Comunidad Autónoma recogida en la Constitución española de 1978, que en algunos casos puede tener una correspondencia más o menos ajustada con los reinos o las regiones peninsulares históricas.

En la Tabla III incluyo la actual comunidad autónoma con la proporción de su superficie en el conjunto territorial del país, la población de hecho absoluta de los censos correspondientes en cada territorio y lo que representa en cada momento el porcentaje de la población de cada región en relación con la población total española.

Con estos datos pretendo obtener la evolución general de la distribución de la población por territorios, de sus tendencias y sus dinámicas de concentración, de dispersión o de estabilidad.

TABLA III

Evolución demográfica

1833 a 1900

Comunidad

Superficie % Km.

Población 1833

% de España

Población 1857

% de España

Población 1900

% de España

Andalucía

17,31%

2.404.132

19,57

2.937.183

19,01

3.562.606

19,14

Aragón

9,43%

734.685

5,98

880.643

5,7

912.711

4,9

Asturias

2,10%

434.635

3,54

524.529

3,39

627.069

3,37

Baleares, I.

1,00%

229.197

1,87

262.893

1,7

311.649

1,67

Canarias

1,47%

199.950

1,63

234.046

1,51

358.564

1,93

Cantabria

1,05%

169.057

1,38

214.441

1,39

276.003

1,48

Castilla La Mancha

15,70%

1.244.708

10,13

1.203.248

7,79

1.386.153

7,45

Castilla y León

18,62%

1.583.098

12,88

2.083.129

13,48

2.302.417

12,37

Cataluña

6,35%

1.041.222

8,47

1.652.291

10,69

1.966.382

10,56

Extremadura

8,23%

547.420

4,46

707.115

4,58

882.410

4,74

Galicia

5,84%

1.471.982

11,98

1.776.879

11,5

1.980.515

10,64

Madrid

1,59%

320.000

2,6

475.785

3,08

775.034

4,16

Murcia

2,24%

283.540

2,31

380.969

2,47

577.987

3,1

Navarra

2,05%

230.925

1,88

297.422

1,92

307.669

1,65

País Vasco

1,43%

287.530

2,34

404.445

2,62

603.596

3,24

Rioja

1%

147.718

1,2

173.812

1,12

189.376

1,02

Valencia, C.

4,60%

957.142

7,79

1.246.485

8,07

1.587.533

8,53

Fuente: elaboración propia

Para este período destaca un componente regresivo relativo constante para las regiones de Aragón, Castilla La Mancha, Castilla y León y Navarra tanto por el descenso relativo de la población como por una densidad de población inferior a la media española.

En 1833, dichas regiones del interior, que abarcan el 45,8 % del territorio, representaban únicamente el 30,87% de la población española, descendiendo hasta el 26,37% en 1900 a pesar de haber contado con un crecimiento absoluto positivo.

Con respecto a las regiones antes citadas este descenso relativo fue diferente en el caso de Andalucía, Asturias, Baleares, Galicia y La Rioja. Pues aunque también tuvieron un retroceso relativo de su población, si que mantuvieron una densidad superior a la media.

Resulta más significativo el impacto descendente en Baleares, Galicia y Rioja, estas tres regiones con un territorio que representa el 7,84% del país transitaron desde un 15,05% en el año 1833 a un 13,33% en 1900. Mientras que en Andalucía y en Asturias con un 19,4% del suelo patrio evolucionaron entre ambas fechas de un 23,11% a un 22,51%.

Sin embargo, el impacto relativo del descenso osciló en menos de cinco puntos en los casos de Andalucía (97,8), Castilla y León (96) y Asturias (95,2), más de diez puntos en las Baleares (89), en Galicia (88,8), en Navarra (87,8), en La Rioja (85), en Aragón (82) y, por encima de los veinticinco puntos Castilla La Mancha (73,5).

Todas las regiones que tuvieron un descenso relativo, independientemente de su mayor o menor densidad, abarcan el 73,05% del territorio y representaban un 69,03% de la población en 1833 que agrupaba solamente al 62,21% de la población en 1900.

Resalta de forma destacable y requiere una consideración especial el caso específico de Extremadura, que experimento un aumento relativo y absoluto de su población, aunque persistía su baja densidad demográfica durante estos años, sin que por tanto supusiese un cambio notable de su estructura demográfica en el conjunto nacional. El aumento que tuvo esta región equivaldría a un 6% en estos 67 años.

Por el contrario, sobresalen como regiones expansivas las islas Canarias, Cantabria, Cataluña, Madrid, Murcia, el País Vasco y Valencia cuya población aumentó tanto en términos relativos como absolutos y, por tanto, derivó en el consiguiente incremento de la densidad. Cuando estas siete regiones comprenden una extensión del 18,73% del territorio del reino y progresaron desde un 26,52% en el año 1833 hasta alcanzar un tercio de la población española en 1900. Estas siete regiones tuvieron un incremento relativo diferente, el más elevado fue para Madrid (60), País Vasco (38), Murcia (34), Cataluña (25), Canarias (18) y por debajo de los diez puntos Valencia (9,5) y Cantabria (7). Es un indicativo del reparto desigual del aumento expansivo.

Todo ello pone en evidencia, que durante el siglo XIX, hay un proceso regresivo o de desplazamiento de la población de las grandes y extensas regiones del interior con baja densidad, mientras que la alta densidad de población se concentra en algunas regiones marítimas y en Madrid.

Ahora bien no se puede obviar que hubo un repunte en Castilla y León y Navarra, coincidentes con el retroceso de las Canarias en 1857. Por el contrario, es casi imperceptible el descenso de Cataluña y el leve repunte de Andalucía en 1900.

 

 

La Población de España 1797 a 1900

La población de España 1797 a 1900 (Texto con Tablas y Gráficos. Versión en PDF)

A lo largo de los años se han realizado censos de población que afectaban a los territorios españoles comprendidos en los antiguos reinos de la unificada corona austriaca y borbónica. Los recuentos de población de la corona se efectuaron en 1594, el Censo de Aranda 1768 y 1769, el Censo de Floridablanca 1787 y el Censo de Godoy 1797, que tomaré como referente para finales del siglo XVIII.

El siglo XIX dispone de los recuentos correspondientes al reinado de Fernando VII de 1822, 1826 y de Isabel II de 1833, 1846, 1850 previos al comienzo de los Censos oficiales españoles. Pero no será hasta la última etapa del reinado de Isabel II, cuando Pascual Madoz, desde el ministerio de Hacienda, establezca las bases de los Censos Oficiales iniciados ya de forma sistemática desde el año 1857, 1860, 1877, 1887, 1897 y 1900.

Reseño como el censo más relevante del siglo XIX, previo a las series de Censos oficiales, el correspondiente al año 1833. Pues se corresponde con la reforma territorial de Javier de Burgos al introducir ya la estructura provincial contemporánea de 49 provincias la cual, en líneas generales salvo algunas modificaciones territoriales, mantuvo su vigencia hasta la dictadura de Primo de Rivera, momento en que se llevó a cabo la división del archipiélago canario en dos provincias, hecho que quedaría reflejado por primera vez en el censo de 1930, que se corresponde con las actuales 50 provincias que configuran el nuevo estado moderno.

Por tanto, hasta el censo de 1833, no dispuso el Estado de la estructura administrativa provincial (diputaciones), que dará origen a la homogeneidad territorial contemporánea, con independencia de que esta sufriera alteraciones en sus términos municipales o en sus límites provinciales, por agregación o segregación. Aunque la citada reforma obviamente no tendrá consecuencias en el recuento general de la población de España, si afectará a los recuentos territoriales y a la posibilidad de establecer un referente de partida para las comparaciones precedentes al período indicado de 1833. Requeriría un trabajo territorial sistemático, en que se elaborase una distribución tipo de la población a lo largo de los siglos de todos los lugares poblados (superficie ocupada), la forma de ocupación del territorio (concentrada, dispersa o mixta) y su ubicación en una unidad geográfico-administrativa común (municipio).

Para el análisis del comportamiento de la población de España establezco como punto de partida para la base de cálculo comparativa el Censo de Godoy, referente de finales del siglo XVIII. En la correspondiente tabla (véase PDF) se comprueba como evoluciona la población española en un espacio de tiempo largo, como se puede apreciar desde el año 1594, tiene una tendencia al crecimiento constante en la totalidad de los recuentos hasta el Censo de Godoy. Hasta esa fecha, el incremento a lo largo de esos doscientos años fue algo superior a un 25%, lo que equivale a unas 11.847,6 personas al año. Sobresale del citado aumento el crecimiento, en un tiempo corto, entre los Censos de Aranda a Floridablanca, que fue aproximadamente de unas 55.000 personas al año, que se redujo a algo menos de la mitad unas 27.000 entre el de censo Floridablanca y el de Godoy.

En el siglo XIX es cuando empieza a apreciarse el comienzo de un importante despegue demográfico, al consolidarse un crecimiento sostenido en el tiempo que representó algo más de un 75%. Por tanto, no resultaría osado considerar que se inicia un nuevo período histórico-demográfico cuyo incremento cuantitativo fue el más importante desde que se dispone de series estadísticas sistemáticas de población en España. Este aumento se intensificó en los primeros sesenta años comprendidos entre 1797 y 1857 (46%), lo que equivalía a un promedio de unas 82.000 personas por año, volumen que se atenuó en una décima parte en los siguientes 43 años incluidos entre 1857 y 1900 (30%) que supondrían una leve reducción a unas 73.600 almas anuales.

El crecimiento intercensal refleja grandes desequilibrios (véase PDF), que se aprecia en los picos de sierra de los años 1857, 1887 y sobre todo en el de 1900 y las mesetas de finales del siglo XVIII y la de 1857 a 1877. Los censos precedentes tienen unos comportamientos regulares, próximos al crecimiento absoluto que se produjo entre los Censos de Aranda-Floridablanca y, por lo general, resultaron equivalentes. No aconteció lo mismo con los tres citados, ni con las dos fases de estancamiento.

Sería preciso evaluar los diferentes impactos críticos (conflictos bélicos, hambrunas, epidemias, desaparición del imperio colonial americano y asiático, movimiento migratorio) entre los diferentes censos para poder considerar la consistencia de los datos de alguno de estos censos. De todas formas, ello no es óbice para confirmar en conjunto que se transitó de un crecimiento intercensal desde finales del siglo XVI a finales del XVIII de unas once mil quinientas personas anuales hasta alcanzar las más de setenta y ocho mil del siglo XIX.

En los gráficos (véase PDF) podemos observar el fenómeno indicado de los picos de crecimiento, tanto absolutos como relativos de los recuentos de 1857, 1887 y de 1900. Además resulta sintomático comprobar como se aprecia el impulso expansivo concentrado de 1833 a 1857, por encima del correspondiente al producido entre 1897 y 1900, cuando se emplea como factor corrector el crecimiento relativo sobre la población de partida del censo anterior.

Por lo que puedo concluir que el crecimiento relativo español en el siglo XIX alcanza su punto álgido en 1857, seguido del correspondiente a 1900 y de 1887.

https://antoniocamarero.es/la-poblacion-espanola-1797-a-1857/

https://antoniocamarero.es/2015/11/24/poblacion-de-madrid-en-la-corona-de-espana-1797-a-1857/

Distribución regional de la población 1833 a 1900

Población de Madrid en la Corona de España (1797 a 1857)

Para el conocimiento de las características de la población en el siglo XX conviene esbozar un breve panorama comparativo de la población que vivía en el reino de España. En 1797[i] quedaron censadas 10.538.777 personas que en 1857 ascendieron a 15.454.514. Es decir, en los sesenta años transcurridos entre el censo de Godoy y el de Madoz la población experimentó un crecimiento de un 146,6%, lo que equivaldría a unas 81.929 personas de promedio al año, si se hace la correspondiente proyección de la media representaría unos 13.488.221 en el año 1833 y no se alejaría en demasía de la población censada en el año 1833 que ascendía a 12.286.941 súbditos de la Corona.

Ahora bien la villa de Madrid evoluciona desde los 167.607 habitantes en el censo de 1797[i], lo que representaba un 1,59% de la población censada y en 281.170 residentes en 1857, alcanzaba un 1,82% del total. Si se hace la misma proyección en los referidos sesenta años experimentó un incremento de 113.563. Supuso un aumento de la población de 167,66%, superando la media española, significaba unas 1.892,7 personas de promedio al año.

Hay que tener en consideración que entre el último censo del XVIII y el de mediados del XIX se vivieron en los primeros treinta años la destrucción estratégica de la flota española (Trafalgar 1805) que dejo aislado el reino de España de su imperio. Los británicos limitan al mínimo el comercio marítimo con las colonias. Los seis años de la guerra de la Independencia con las pérdidas de vidas, la reducción de nacimientos, la consiguiente disminución de la cabaña ganadera, la reducción de las explotaciones agrarias y el deterioro de los sistemas de comunicación. Finaliza este primer ciclo con el exilio de los afrancesados y liberales y la debilidad del comercio y la capacidad de enviar tropas a las colonias, de 1810 a 1825 se producen los procesos de independencia en las colonias hispanoamericanas (excepto Cuba y Puerto Rico). El Trienio liberal 1820 a 1823 se produce en ese contexto, con sus retornos y sus exilios, el conjunto de levantamientos y asonadas liberales o absolutistas. Se cierra el ciclo político la intervención y estancia de los Cien mil hijos de San Luis y los levantamientos absolutistas previos a la muerte de Fernando VII.

Solamente los altibajos del panorama político por si mismo justificaría la reducción de la media de crecimiento a 48.560 personas anuales entre 1797 y 1833, que representaría una merma de al menos 1.200.000 habitantes. Además a ese panorama hay que añadir el endeudamiento del reino, las víctimas de los once años de epidemias y los cinco de crisis de subsistencias o agrícolas. A lo que habría que añadir la destrucción de las vías de comunicación y la inseguridad en los desplazamientos.

Si ese era el panorama general en el caso madrileño la proyección nos permitiría apuntar unos 56.781 moradores más en 1833, si hubiese sido equilibrado el crecimiento, y el resultado para estos años fue por el contrario de un descenso de mil personas. No solamente no hubo aumento demográfico, sino que se produjo un ligero descenso o estancamiento de la población. Lo que evidencia un debilitamiento de la capitalidad del estado absolutista.

Mientras que en el primer período de la corona de Isabel II, incluidas las regencias de su madre y de Espartero, de 1833 a 1857 supuso para la corona española el crecimiento de unos 115.590 habitantes de media anual. Aunque el sosiego no fue una de las características del período con seis años de epidemias y cuatro de crisis de subsistencias, los años de guerras carlistas (1833 a 1840)(1846 a 1849), las guerras coloniales de Marruecos, los conflictos civiles de Madrid y Barcelona, las aventuras coloniales, el nacimiento de un estado de nuevo tipo, la introducción del ferrocarril, el gran proceso desamortizador (eclesiástico y municipal) y la fundación de la Guardia Civil introduciendo un sistema de seguridad y de represión.

En esos años la Villa madrileña aumenta en 114.563 personas o algo más de un 66% de incremento o 4.773 nuevos pobladores de promedio anual. Se inicia un cambio de tendencia favorable al refuerzo del modelo centralista de la burguesía. Entre 1833[ii] y 1837 se produce la reforma de la administración (Ayuntamientos y Provincias), finalizando la centralización con la organización territorial de las Coronas de Castilla y de Aragón.

[i] El Censo de 1797 o Censo de Godoy. Vicente Pérez Moreda “En defensa del Censo de Godoy: observaciones previas al estudio de la población activa española de finales del siglo XVIII”, en Historia económica y pensamiento social, Madrid 1983, pp. 283-299,dice que es evidente la superior calidad de la información que facilita sobre cualquier otro hasta la segunda mitad del XIX, se refiere al censo de 1857.
[ii] Javier de Burgos sienta las bases de las 49 provincias españolas y 15 regiones.

Reflexiones de trabajo

Los días transcurren con tranquilidad, sirven para reflexionar sobre uno mismo, en la propia identidad personal y en los condicionantes que nos impone un ritmo acelerado de actividad.

Mis preocupaciones se centran en las personas en sus momentos vitales (sincrónicos y diacrónicos), en los espacios donde residen, en las respuestas ante la vida cotidiana, en la elaboración de conceptos sociales y en las facilidades o dificultades para vivir el presente (cimiento del futuro) que las administraciones (públicas y privadas) y los gobiernos llevan adelante.

Los momentos vitales tienen sus indicadores básicos en el elemento de partida CENSO DE POBLACIÓN (sotck en un momento determinado), en el elemento original (vida) de cada uno nacimiento [inicio] y muerte [fin] (movimiento vegetativo que altera el stock), en el elemento formal del emparejamiento (rechazo el concepto de matrimonio que es un concepto jurídico ideológico) que puede devenir en descendencia.

En cada uno de los momentos del elemento original (vida) las personas han de dar respuesta, de forma más o menos consciente, a las necesidades básicas.

Por necesidades básicas entiendo:
La
nutrición (comida y bebida) permite los procesos de asimilación y desecho de productos asimilados por nuestro organismo para realizar las funciones vitales y su opuesto, la desnutrición. Aunque parezca innecesario requiere también la consideración de los desechos personales (defecar y orinar).

La movilidad permite mantener en funcionamiento nuestro organismo y la obtención de los recursos que garanticen la supervivencia.

El alojamiento lugar donde residir para permanecer en los momentos de descanso o de actividad cotidiana de la unidad familiar y la ausencia de alojamiento.

La energía que permita garantizar la iluminación y la generación de cambios de temperatura de estancias, alimentos, líquidos.

El ajuar imprescindible para efectuar la actividad social de la unidad familiar (útiles para preparar los alimentos, para consumirlos, para almacenarlos).

El vestuario utilizado para defenderse del medio natural (frío, calor, lluvia, nieve, viento,…)

La comunicación permite por medio de códigos comunes entendernos entre las personas emisores y receptores de mensajes y nos permiten vivir en sociedad.

Cada uno da su respuesta a cada una de las necesidades básicas. Pero lo relevante es el conjunto de cambios que se producen de forma consciente o inconsciente. El ejemplo más simple es la acción indirecta para la modificación del vestuario y la acumulación que se produce de ropa y calzado.

Cada uno encuentra diferentes justificaciones a los comportamientos sociales. El ejemplo actual puede ser la tradición de hace más de 500 años de acorralar y eliminar a un animal indefenso, que haya una tradición no significa que su acción se corresponda ética y socialmente 500 años después.

Cada uno mantiene con sus impuestos, tasas, cotizaciones las estructuras administrativas y de gobierno que deben facilitar la convivencia de la ciudadanía y la forma de funcionamiento del sistema económico y social.

El tratamiento de estos apartados es en lo que se centran mis proyectos más inmediatos. Sus resultados irán cobrando forma con el transcurso del tiempo.

Ebola en España agosto de 2014

POR PRINCIPIOS
Ayer me comentaba un amigo que por humanidad le parece bien que cuando hay una persona a la que se pueda salvar la vida bienvenidas sean todas las medidas que se adopten. Me refiero a la repatriación del misionero Miguel Pajares. Pero es un despropósito absoluto que se cierre un hospital en la Comunidad de Madrid, cuando los ciudadanos madrileños padecemos monstruosas listas de espera, en situación similar están las otras comunidades españolas, que tienen sus vidas en peligro por retrasos en las pruebas médicas.

Vayamos por partes, en un período que se rige por la eficacia y eficiencia económica (siguiendo las recomendaciones del FMI y de la Unión Europea), que desprecia la vida, la salud, la educación, la vivienda, el trabajo, la dependencia, la discapacidad, la prevención de la violencia de género de los ciudadanos, por solo citar alguno de los grandes desprecios de políticas que pagamos todos con nuestros impuestos.

¿Quién asume estos gastos?
1) La organización que tenía desplazado a este Misionero estaba al corriente de pago de las cuotas de Seguridad Social. Tenía el seguro obligatorio para los desplazados al día.
2) La organización o su seguro que tenía desplazado a este Misionero va a hacerse cargo del coste de traslado desde Liberia.
3) La organización que tenía desplazado a este Misionero va a asumir el coste del cierre del Hospital Carlos III, de los costes de personal, de su tratamiento y de la suspensión de citas y servicios a los ciudadanos.
4) La medicación y el tratamiento de este Misionero va a ser hecha con cargo a sus ingresos o de la organización que le tenía desplazado.
5) En suma ¿quién va a pagar? No me vale España o el Gobierno, pues los recursos que tiene provienen de impuestos y no de limosnas para ejercer la caridad para quién le interesa al gobernante de turno.
6) Cómo va a repercutirá el cierre del hospital en la atención de los ciudadanos. Por ejemplo si yo tenía una revisión o unas pruebas pedidas en abril y que se iban a realizar en septiembre en ese hospital, alguien me garantiza que no voy a correr peligro.

¿Desde el punto de vista de la salud pública de los ciudadanos españoles?
Es recomendable importar un brote epidémico a un país que no tenía, al menos que se sepa, ningún riesgo de Ebola. Me parece que vulnera todos los protocolos de la Organización Mundial de la Salud. Gracias al Gobierno de España y de Madrid hemos procedido a importar el virus del Ebola.
Si alguno de los que han participado en el traslado y en el tratamiento muere por Ebola será un accidente laboral y tendrá que asumir su muerte y sus pensiones de viudedad y orfandad España.
Si existe el más mínimo contagio y muerte por Ebola en España habrá un responsable que es el presidente de Gobierno de España y el presidente de la Comunidad de Madrid. El primero por autorizar el traslado y el segundo por autorizar el uso de un hospital en Madrid.
Es posible que el gobierno y el parlamento hayan decidido repatriar de la misma forma y utilizando los mismos medios a cualquier ciudadano español infectado por un brote epidémico en cualquier lugar del mundo.

¿Desde el punto de vista humanitario?
No habría sido mejor promover la inversión de instalaciones adecuadas en Liberia para atajar el brote de Ebola para todos los afectados en el lugar donde se localizan la epidemia (incontrolada), pero localizada.

Del campo a la ciudad

Cuando era pequeño mis padres me contaban maravillas de la ciudad. Ante todo diré que mis padres naturales de un pequeño pueblo de la sierra pobre, nunca diré que sierra. Según he ido creciendo, he podido comprobar que en general todas las sierras pobres son en casi todos los sitios igual de pobres.
En ese pueblo mis padres tenían cuatro hijas y un hijo, aunque nunca supe bien cómo, ni por qué ensalzaban el mundo urbano, que no conocían nada más que de oídas.

En el pequeño espacio de su casa, que habían construido sus ancestros de no se que generación, nos habíamos criado todos juntos, incluso con algún animalillo, que era doméstico hasta que llegaba a la cazuela. Vivíamos de los escasos ingresos de un zapatero remendón, que en sus ratos de ocio tocaba un instrumento de viento en la banda municipal. Nunca llegue a saber que instrumento tocaba, lo que evidencia mi absoluta ignorancia en el mundo de la música. Pero a mi me llamaba la atención que en ese pequeño pueblo el ayuntamiento simplemente les cediese un pequeño espacio para ensayar y que en la época de bonanza actuasen en público, recibiendo algunos emolumentos por parte de los asistentes.
Esta era la riqueza en ingresos que poseían.

Como todas las familias de la época mi madre, con nueve partos en sus carnes y cinco vivos, no trabajaba (ironías de la tradición cultural), se levantaba antes que mi padre para prepararle una achicoria con unas gotas de leche, que llamaba café y un trozo de pan que desmigaba en su tazón. Los boles fueron más de mi época, cuando la influencia anglosajona entro en nuestras vidas y pasamos a despreciar nuestro idioma. Acto seguido le preparaba un tentempié como almuerzo y nos daba el desayuno, más agua que leche con migas. Las hermanas mayores ayudaban a mi madre, mientras que las pequeñas y yo nos ibamos a pasar frío y adoctrinamiento en la escuela.

Las mayores y mi madre combinaban e intercambiaban sus actividades. Recogían leña en el bosque, dependiendo de la época recogían alguna fruta, fruto seco o verdura, lavaban y tendían la ropa, preparaban la comida de mediodía, cuidaban las tres tomateras y acelgas del huertecillo, remendaban la ropa, almidonaban y planchaban las ropas del domingo y las sabanas, cuchicheaban y se contaban sus recetas de vida, por la noche se cerraba el ciclo con la cena alguna tortilla y las novedades del día. En suma como siempre se ha dicho se dedicaban a sus labores y reproducían la forma de vida que la tradición y los ciclos estacionales imponían. Era una casa rara, pues aunque todos sistemáticamente íbamos a misa los domingos, bautizos, comuniones, bodas y funerales, nunca rezábamos, ni pedíamos nada a dios. Solamente mi madre y la mediana creían en un algo superior, tampoco supe los motivos, ni me interesaron.

Según trascurren los años me pregunto, cada vez más, como es posible que una persona que pare, no me gusta decir da a luz, cría a su prole, mantiene y administra una casa, compra y guisa, lava, plancha, limpia … administra recursos escasos, que en el mejor de los casos vive con otro adulto que la demanda o la exige amparado en el amor y que colabora algunas veces con ella. Esa actividad se inicia a primera hora de la mañana, durante todos los días del año, y finaliza a última hora de la noche es transmitida culturalmente como sus labores o lo que es más contundente, mi mujer no trabaja solo se ocupa de la casa.

Cuando alcance una edad y un conocimiento, los catorce años, mis padres me animaron para que dejase de ser una carga para la familia. Ya tenían suficiente con tener por lo menos tres hijas que casar, la cuarta era para cuidarlos, cuando no se valiesen por si mismos. Entonces con mis escasos pertrechos y algunas monedas me encamine, nunca mejor dicho, al maravilloso mundo de la ciudad. Mi ilusión era poder ganar lo suficiente para que mis padres y hermanas se pudiesen venir a vivir conmigo al mundo maravilloso en el que estaba dispuesto a hacer de todo.

Luego mis amigos me contaron que tuve mucha suerte al encontrar trabajo nada más poner lo píes en la gran ciudad. Ahora lo pienso y comparo con lo que se llama ciudad y aquello era un pueblo grande. Pero no es lo más importante como hacía buen tiempo conseguí trabajo en una obra. Empezaba a las ocho de la mañana y no me importaba estar hasta las ocho de la noche, acarreando carretillas de arena, llevando botijos para mitigar la sed, sacos de cemento, varillas de hierro, mallazos, … No me gustaba la noche sobre todo al principio y procuraba dormir acurrucado al lado de la obra. Por las mañanas me lavaba en el bidón con agua y me comía un chusco comprado en la tahona cercana.

Al pasar los primeros días, la panadera me fiaba hasta cobrar mi primera paga y un compañero, que ya llevaba algún tiempo en la ciudad, me contaba que procedía del llano pobre y, que empezaba a tener un techado con tablones en las afueras, que me podía ayudar a construirme una casa como la suya.

Paseando por el campo

Iba tranquilamente paseando por el campo. Era un campo de los de antes. Es decir de los de verdad, sin vallas, sin carteles, sin cosas ajenas a la naturaleza, como si fuera de todos. Con sus hormigueros, sus mosquitos, sus urracas, sus gorriones, sus lagartijas, incluso creo que había alguna ardilla.
Pensaba que era un sueño. Como era posible encontrar una zona pública en el paraíso de los límites de lo privado.

Según avanzaba. Descubrí una pequeña zona vallada. Curiosa isla de propiedad en un mar público. En la zona vallada se podía percibir un césped inglés y unos setos perfectamente recortados que separaban el césped de los grandes mazos de flores de distintos coloridos. Sorprendía una belleza cultivada en esa selva autóctona de todos.

Proseguí la marcha y se apreciaba que el entorno abierto empezaba a tener espacios sin vegetación, con bolsas de plástico, con latas y con carboncillo residual de las hogueras.

Me asaltaron las dudas. Los espacios públicos necesitan ser recorridos con estandartes y banderas en defensa de lo público. El medio natural debe ser alterado por los beneficios de la privatización. Los espacios públicos deben ser considerados una especie en vías de extinción que descuidan los responsables de lo público, que evitamos los ciudadanos por estar deteriorado.

Normalmente pediremos al guardabosque responsabilidades y pondremos como ejemplo el cuidado del espacio vallado.

Habitualmente en nuestro entorno privado resaltaremos el carácter hermoso de lo privado y como mucho reflejaremos la tristeza por el abandono de lo público.

En recuerdo de lo público, de lo nuestro, de lo de todos, cada vez queda menos espacio de la ciudadanía, cada vez se responsabiliza más al guardabosque.

Me fui a hablar con él y me comento. No se invierte en limpiar el bosque, la gente sus dueños lo ensucian y no lo cuidan, son como señoritos que quieren que el sirviente vaya detrás de ellos. A mi me dicen, cuando usted entro como guardabosque ya sabía la herencia que recibía y se comprometió con su cuidado.

Es cierto sabía lo que recibía, pero no pensaba que iba a ser el receptor de todos los golpes. Una cosa son mis descuidos y mis limitaciones y, otra, bien distinta, el abandono intencionado y la irresponsabilidad de las personas maleducadas y que maleducan a sus descendientes.

Otoño – Verano

¡Crisis!

Otoño
Caída de hojas,
Lluvías sostenidas,
Vientos del noroeste,
Atardeceres tempranos.

Noches frescas,
Cenas calientes,
Camas acogedoras,
Nidos ardientes,
Despertares temblorosos.

Ahora
Cielos despejados,
Aires amarillos o verdosos,
Camisetas sinmangas,
Olores fétidos,
Miradas hirientes,
Sabores neutros,
Tactos pegajosos,
Calores agobiantes.

Realidad perversa,
Opacidad diáfana,
Irrealidad translúcida,
Transparencia invisible.

Mañana
Quiero notar el viento,
Tengo apetito de tálamo,
Presiento cercana la lluvia,
Percibo luz en la oscuridad.

Población 1980 a 2009

Perfil demográfico mundial, europeo (incluida Rusia), de los BIC (Brasil, India, China) y de USA

He intentado ver las tendencias demográficas mundiales de las últimas décadas (desde 1980 a 2009). Como ya he enunciado, no me gustan las proyecciones, sino la comprobación de la secuencia demográfica, y me imagino que todo el mundo estará evidentemente preocupado por el futuro de las pensiones del planeta y proponiendo que se hagan fondos de pensiones privados.

Para que nadie pueda decir que mis datos son incorrectos, informo de la fuente no es otra que la estadística del BANCO MUNDIAL.

Pues bien las características del promedio del crecimiento anual de la población del mundo son las siguientes. El punto de partida (1980) era de un 1,8% y ha evolucionado al 1,2% (2009). Es decir hay un progresivo descenso del crecimiento de la población mundial, que dura todo el siglo XXI. El planeta está envejeciendo o aumentando su expectativa de vida, estabilizando su población o incluso reduciéndola.

El comportamiento de los cuatro países extraeuropeos seleccionados (los tres grandes emergentes y los Estados Unidos de América del Norte) era diferente al inicio de la serie. Superaban el 2,3% los brasileños y los hindúes, por el contrario ni los chinos 1,3% ni los norteamericanos 1% alcanzaban el promedio mundial. La tendencia para los brasileños 0,9%, hindúes 1,3% y chinos 0,5% ha corrido paralela a la mundial con un progresivo descenso, mientras que los norteamericanos fluctúan de una forma más o menos estable en torno al 0,9% y el 1%.

En Europa los resultados, diferenciando los países que no forman parte de la Unión Europea (16) y los componentes de la Unión (27), evidencian lo siguiente en estos 30 años. Solamente un año (1987) los dieciséis países tuvieron un crecimiento que superó levemente el 1%, que durante seis años tuvieron pérdida de población, y que en los mejores momentos rondan el 0,4% en estos últimos años.

Los miembros de la UE, incluida España, tuvo su momento álgido en 1981 con un 0,5% de crecimiento y desde el año 2000 se aprecia una leve recuperación desde el 0,12% hasta el 0,44% de 2008, momento en que de nuevo emprende el descenso en 2009.

El comportamiento específico de España desciende desde 1982 con un 0,5% hasta estabilizarse entre el 0,2% o 0,3% de 1986 a 1998, es a partir de ese momento cuando inicia la escalada al 0,5% en 1999 y en 2001 ya supera el 1,1%, que se estabiliza por encima del crecimiento de los países de la UE e incluso del mundo hasta el año 2009.

Si la tendencia general del mundo es al envejecimiento y solamente tenemos en cuenta el valor del número siempre creciente estaremos empleando criterios de una economía natural. No se tiene en cuenta que el modelo económico del “macho” cazador que alimenta a su prole atendida por el “no trabajo de 365 días x 24 horas” de la mujer y que requiere una elevada capacidad reproductiva para garantizar la supervivencia de la especie no es hoy el modelo económico dominante en el mundo, aunque pueda existir en algún punto del planeta.

Es decir, independientemente de los cambios operados en las necesidades de reproducción para mantener la población. La caída de la mortalidad infantil, cuando la más alta del mundo es la de Angola con un 18 por cien,(equivalente a España 1902) y la mejora de la alimentación, el vestido, la vivienda, la higiene, la potabilidad del agua y la no menos importante mejora y avances de la medicina, nos han conducido a la búsqueda del equilibrio o al descenso demográfico.

(continuaré)