Ayer

Ayer me desperté agradablemente.

Aún mantenía el olor de tu cuerpo.

Ese olor tibio y agrio de un cuerpo descansado.

Aún notaba tu piel fatigada tras la larga jornada.

Esa piel que me demandó suaves caricias.

Esas manos con las que recorrí cada trozo de tu cuerpo.

Esa dermis relajada con mis dedos.

Esa respiración inaudible de cada instante.

Esa respiración acelerada que parecía un corcel galopando.

Esa respiración que desciende de nuevo.

Esa respiración imperceptible. Parecía que ya no estabas.

Pero aún permanecías a mi lado.

 

 

 

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