Bruja se encuentra inquieta. Pienso que probablemente los cambios de estación afectan cada vez más a mi vieja gata.
Bruja reclama cada vez más calor humano. Probablemente es la consecuencia de no haber tenido contacto con otros animales. Me observa cuando escribo estas palabras. Reconsidero lo escrito. Si ha tenido contactos y auténcias cacerías de lagartijas, moscas, moscardones y avispas. Cambia su mirada y me hace reflexionar. Ahora caigo en las colas de lagartija que sobresalían de su boca, como el más preciado trofeo de caza de un felino orgulloso. La angustia producida por los insectos que con su zumbido alteraban su descanso y que conseguía atrapar con un esfuerzo increible. Aún siento el malestar con las hormigas que mordían su lengua cuando pretendía comer. Parecerá un poco tonto, pero es una gata con mundo (Francia, Polonia, Alemania) y con mucho recorrido del suelo llamado España (Cataluña, País Valenciano, Andalucía, Madrid). Probablemente me falte algún otro. No extraña tierras, ni gentes, avisa cuando piensa que no la ven, es muy enfadica (soy suave). Pero no diferencia y todos le parecemos humanos.
Es la inquietud de la vejez o es la falta de caricias. Quizás sea la incomprensión ante los esfuerzos que intenta hacer para subir a la silla o al sillón al que hace poco tiempo subía de un salto.
Probablemente ahora es cuando necesita apoyo, calor y caricias. Probablemente ahora es de nuevo cuando necesita una atención especial a sus alimentos y a su agua.
Bruja ahora todo escasea. Mis opciones son pocas. Pero aunque me pidan que atienda a la llamada de la selección natural. Creo que debo seguir compartiendo contigo mi loncha de pollo trufado.