Espacio político hoy

Es harto complicado distinguir las opciones dichas de izquierdas y las de centro.

El motivo de la inapreciable distinción es la defensa de un sistema insostenible, patriarcal, capitalista y colonialista. En los diferentes planes está la restauración del sistema que persigue el incremento inviable del crecimiento económico hasta el infinito con unas relaciones sociales y económicas que segmentan y fraccionan a las personas asalariadas.

El planeta demuestra la acción destructiva de la actividad humana, hasta el punto de plantear teóricamente alcanzar la neutralidad (punto 0) en algunos casos (contaminación atmosférica), pero se elude la regeneración positiva (punto -20) del medio en su conjunto (atmósfera, agua, suelo y subsuelo, flora y fauna).

La sociedad mantiene un sistema de desigualdad patriarcal, que escudándose en lo «natural», impide la igualdad entre las personas considerando que la alteración del equilibrio tradicional de los roles de género supondría un profundo cambio del sistema. Esta desigualdad disminuye nuestra capacidad como especie al expulsar a la mitad de la especie. Por tanto hay que profundizar las políticas de discriminación positiva de género.

A ello se viene a sumar una ocultación de la titularidad de los medios de financiación y de producción del sistema capitalista, que con la democracia de la libertad de consumo y de la votación periódica ha servido para desdibujar la diferencia de clases sociales. Ahora se usan términos sociológicos para definir la posición jerarquizada de la «clase media» que esconde al conjunto de las personas asalariadas, pero que miran por encima del hombro a aquellas que consideran «inferiores». Las personas asalariadas existen y son una realidad la perversión es el juego aceptado de la confrontación entre diferentes segmentos por supuestos status.

Por último, es sangrante la relación entre las sociedades de los distintos territorios de todos los continentes. Estas se sustentan en los intereses de la patria, o para ser más exacto de la violencia de la clase dominante, que desprecia la vida de los «otros» mandando sus mercenarios equipados con las últimas tecnologías y provocan golpes de estado, intervenciones militares, conflictos internos, expulsión de la población para conseguir materias primas, derechos de explotación, monopolios, etc.

Con esta reflexión quiero indicar que no hay medias tintas. Si no se aborda una estrategia de conjunto internacional con tiempos tasados se iniciará una progresiva descomposición de nuestra actual sociedad mundial. Parece que para ello si es necesario trabajar en una dirección común en el presente con metas alcanzables que no supongan solamente la obtención del beneficio monetario. Hay que modificar la subordinación a los dioses mercado, dinero, consumo, «movilidad de los pudientes» para lograr un modelo de intercambio justo, un consumo de necesidad y una movilidad integradora.